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El histórico problema del agua y la sanidad en Tabarca

La carencia de agua, bien referida a la existencia de este elemento en forma natural, o bien a la aportada por la lluvia, es en Nueva Tabarca tan antigua como la propia isla. Prueba de ello es la inexistencia de establecimiento humano alguno de forma permanente en la isla, hasta la colonización promovida por el rey Carlos III en el siglo XVIII, a costa de los cautivos redimidos de Argel, originarios de la Tabarka tunecina. Ni griegos focenses, ni romanos, ni árabes, ni las supuestas visitas del cartaginés Amílcar Barca o del mismo San Pablo, fueron motivo u ocasión para quedarse; solo los famosos y casi legendarios piratas berberiscos que la tomaron como base para sus fechorías en el Levante español, fueron motivo suficiente para plantear tal establecimiento permanente. Y es que el agua es sabido elemento indispensable para una población humana autosuficiente, no ya porque lo sea para la propia existencia de la vida, que no es poco, sino por lo que conlleva a la hora del saneamiento de dicha población y de la sanidad de sus habitantes.

Plano de la Plaza de S. Pablo, y Población de la Nueva Tabarca
(Servicio Geográfico del Ejército, Méndez de Ras, 1774)

De la utopía a la realidad

En estas condiciones, la llegada de los tabarkinos a la isla Plana planteaba de inicio serios problemas derivados de esa ausencia del líquido elemento, aunque paradójicamente se estuviera rodeado del mismo. Ya en los textos que acompañan a los primeros planos originales de Nueva Tabarca del coronel de ingenieros Fernando Méndez de Ras, fechados entre 1771 y 1775, se evidencia el problema, por lo que no es de extrañar que, según queda recogido en la Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante, de Rafael Viravens y Pastor (1876), y transcrito por autores más modernos, encontremos anotaciones y descripciones tales como:
Lavadero común grande, con sus divisiones no solo para lavar ropa blanca, sino también lonas, linos y sedas. [...] Pozo que se hizo muy profundo, por si se tropezaba con venero de agua dulce; en cuya excavación se ha cesado por la demasiada agua que filtra del mar; pero ya sin las partículas vetuminosas y amargas; razón por que habiéndose hecho varias experiencias con fuego violento por fabricantes inteligentes y prácticos (que la encontraron ser muy buena para lavar dichos géneros de linos, paños y sedas) se tiene determinado colocar en su proporcionado fondo, sobre una bóveda de cantería, la artificiosa bomba ya prevenida, para extraer agua con facilidad y abundancia. [...] Plaza mayor Carolina, desde cuyo centro se ven ocho objetos agradables de cuatro puertas principales y cuatro cisternas. [...] Hospital (nunca sería construido). [...] Cisternas ya hechas de especial cuidado, con sus bóvedas y conductos subterráneos, para recoger las aguas de los terrados, en las cuales cabrán de cincuenta a sesenta mil cántaros de agua, con sus brocales y pilas de piedra labrada; dejando la fábrica de diez más en los parajes que se demuestran, conforme se vayan aumentando los vecinos.
Transcurridos apenas diez años desde la llegada de los tabarquinos a Alicante, Nueva Tabarca estaba sometida a duro examen a través de una comisión dirigida por el gobernador interino, capitán Alejandro Stermont, y por el alcalde José Sales. Las investigaciones de esta comisión los días 24 y 25 de marzo de 1779, ya concluían datos como:
La población de la isla era de 328 tabarquinos y 15 españoles (en 1769 había 311 censados). [...] Hay un médico, un cirujano, un aguador. [...] Se observa la necesidad de aprovisionamiento diario de agua en embarcaciones desde Alicante. Son insuficientes los depósitos.
Primera página del manuscrito original redactado por Antonio María del Valle,
que recoge la lista de cautivos redimidos en Argel, con el correspondiente precio de rescate
(Archivo Histórico Nacional, Ministerio de Cultura)

Como consecuencia de estos informes, pocas fechas después, el 10 de abril de 1779, llevaban a cabo una visita el teniente coronel de ingenieros Gaspar Bernardo de Lara, y el también ingeniero militar Balthasar Ricaud, que no hicieron más que confirmar las pareciaciones de Stermont y Sales: los siete aljibes construidos para recoger el agua procedente de las lluvias eran, en su mayor parte, de poca capacidad y con pérdidas continuas por las filtraciones; la solución estaba en la construcción de un mayor número de cisternas; mientras, era necesario hacer aprovisionamiento diario, por medio de embarcaciones, desde Alicante; y en lo concerniente a la sanidad, la plaza no tenía hospital.

A finales de abril de 1782, el sacerdote Francisco Pérez Bayer, catedrático de la Universidad de Salamanca y preceptor de los Infantes, en su visita a la isla nos dejaba estas impresiones, recogidas en su obra Diario del viaje desde Valencia a Andalucía (1782):
... corrimos muy en breve aquella nueva población y toda la isla, reducida hoy a solo veinte familias tabarquinas de más de ochenta que fueron las de sus primeros pobladores o colonos. Causónos a todos gran compasión el estado de aquellas miserables gentes faltas enteramente de agua, leña y de todo lo necesario para la vida humana.
Comenzaban las penalidades para los recién llegados a la isla Plana. En el denominado Censo de Floridablanca de 1787, el número de habitantes había caído a 110. Dos tercios de la población había emigrado. El ingeniero militar capitán Pedro de Navas informaba de más de lo mismo: «A esta le negó naturaleza no solo el preciso auxilio de leña sino también el indispensable elemento de agua dulce, por cuyos máximos defectos ha estado inhabitada».

Corrían los años, cambiaba el siglo. En 1809 el censo seguía disminuyendo alarmantemente hasta los 90 habitantes. Manuel Castell, párroco de la isla, dirigía un escrito urgente al Gobierno Militar de Valencia. En el expediente de averiguaciones ante lo que afirmaba el sacerdote, se adjunta una carta, firmada por Antonio de Palacios, dirigida al gobernador militar José Cano, que dejaba a las claras que nada había cambiado: «... hallo que la indicada isla carece totalmente de agua y leña».

Primeras decisiones

Analizando los documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Alicante, hasta 1841 no encontramos que se esté llevando iniciativa alguna para solucionar los problemas de los tabarquinos. En el expediente Revisión de los depósitos de agua en la isla de Tabarca, el alcalde pedáneo José Pajés se dirige al alcalde constitucional de Alicante, y le indica que el gobernador militar de la isla no atendía a sus demandas porque afirmaba que los aljibes no eran de su jurisdicción. El alcalde se dirige al comandante general de la provincia y le solicita las llaves de los aljibes para que el pedáneo los pueda revisar, si bien al gobernador militar sí le correspondía hacerlo con los situados en la Casa del Gobernador y en la Torre de San José.

En 1842 se tomaban nuevas medidas, como las contempladas en Control sanitario de los pasajeros que visitan la isla de Tabarca, en el que la Junta Municipal de Sanidad comunica al alcalde, y este a su vez al pedáneo, que debe conocerse la salud de los visitantes de la isla. El pedáneo, José María Sessé, se quejaba de que el gobernador militar interino Francisco Lanzarote, admitía viajeros sin darle noticia de los mismos, cobrándoles además un real de vellón cuyo destino desconocía.

Láminas de la Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante
(Rafael Viravens y Pastor, 1876)

A poco que se iniciaron actuaciones en pro de la salud de los tabarquinos y la salubridad de la isla, el censo se recuperó rápidamente. En 1852 había crecido hasta los 403 habitantes, y en 1853 el expediente Limpieza y recomposición de cisternas en la isla de Tabarca nos traslada que el alcalde pedáneo, Rafael Llópez, informaba al alcalde que el agua se corrompía en los aljibes y que, por acuerdo entre los marineros, se había destinado parte de los fondos para la Virgen a la limpieza de los mismos. Denunciaba a su vez que los pozos de María Ruso y Ramona Pasqual tenían una «grande porción de inmundicia», por lo que deberían de pagar sus propietarias la limpieza de los mismos. El alcalde decide obligar a los vecinos a que lleven a cabo las labores de mantenimiento de los aljibes por turno.

Un año más tarde, en 1854, los documentos sobre Limpieza de pozos y aljibes en la isla de Tabarca incluyen una solicitud de dicho pedáneo, para que cada vecino pague un «chavo» (ochavo: moneda de cobre con un valor de dos maravedíes) por cántaro de agua, para limpieza. Algunos tabarquinos se negaron, ya que alegaban recoger el agua en sus casas, pero, claro, seguían arrojando a la calle basura e inmundicia. El alcalde pagaría por esa vez la limpieza, pero prohibiría las basuras dentro del recinto amurallado.

Sin saneamiento ni sanidad

En el artículo de la Revista Canelobre n.º 60 (2012) titulado «Fuentes documentales para el conocimiento histórico de Nueva Tabarca», sus autores Susana Llorens, Santiago Linares y Agustín Medina, del Archivo Municipal de Alicante, inciden en que el control sanitario preocupaba a los habitantes de la isla, que reclamaban se dotara con hospital y personal facultativo para su asistencia. Mencionan como referencia por ello, que el 7 de agosto de 1857, a fin de evitar focos de infección, el alcalde José Miguel Caturla requirió en el Bando sobre el cumplimiento de la limpieza en la vía pública en Tabarca, el cumplimiento de la misma, a tenor de las quejas suscitadas por el poco aseo y limpieza de calles y plazas del poblado:
Don José Miguel Caturla y Perea, Alcalde Constitucional de esta Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad,
Hace saber: Que las continuas quejas que me están produciendo los vecinos de esa isla, por el poco aseo y limpieza de la población, perjudicando su abandono las aguas que se recogen para el sustento de sus habitantes, me han obligado a dictar las disposiciones siguientes:
1º Queda prohibido a ningún vecino ensuciarse en las calles ni arrojar basuras ni otras suciedades, que puedan perjudicar y malversar las aguas que se dirigen a los pozos del surtido público, entendiéndose esta prohibición hasta las mismas murallas por donde transitan dichas aguas.
2º Igualmente se prohíbe poder tener dentro de las murallas toda clase de ganado, a no ser que su dueño se obligue a limpiar las calles por donde transitare a su entrada y salida, pero de ningún modo cerrarlo en local que sus aguas puedan fluir a otros pozos.
3º No podrá haber dentro del pueblo estercolero ni ningún depósito que perjudique las aguas.
4º Todos los vecinos de la isla, por tanda vecinal, concurrirán el día que se les designe para contribuir a la limpieza y conservación de las calles y plazas, y para la de los pozos, sin poderse negar a este servicio.
5º Todo vecino que quiera reedificar alguno de los solares que existen en dicha isla, deberá hacerlo con preferencia en los del centro de la población, con el fin de que por el tiempo se hallen todas reunidas, debiendo adquirir con anticipación el permiso de quien corresponda, y guardando la línea que conserve el solar, y debiendo antes de principiar dar aviso al Alcalde Pedáneo de la misma, para que este lo haga a mi autoridad.
6º Los que contravinieren a las anteriores disposiciones, serán castigados con arreglo al Código Penal vigente y con la multa que marca el mismo.
Los dependientes de mi autoridad existentes en dicha isla, vigilarán el cumplimiento de las anteriores disposiciones y me darán parte de las faltas que notaren.
Alicante, 7 de agosto de 1857
Bando sobre el cumplimiento de la limpieza en la vía pública en Tabarca,
del 7 de agosto de 1857 (AMA)

Continuando con los documentos del AMA, en 1859 encontramos Limpieza de aljibes públicos de Tabarca, una orden del alcalde para la limpieza y recomposición de los aljibes, por el abandono y la indiferencia hacia los mismos. En 1860 comienza a tratarse más intensamente el tema de la asistencia sanitaria, y Andrés Chacopino expone que, existiendo 400 habitantes, la isla no tenía médico. El Ayuntamiento desoye la petición. No sabemos qué era peor, la desidia de los propios tabarquinos en asunto de saneamiento, o la desatención del consistorio alicantino en el aspecto sanitario. Pero el pedáneo Tomás Antón, con quince vecinos firmantes, crea en marzo de 1862 la plaza de cirujano para la isla. Pedro Sessé se presenta a la misma y fija su residencia en el poblado, y en enero de 1863, diez firmantes del documento Plaza de cirujano para la isla de Tabarca, entre los que se encuentra el cura de la misma, solicitan que se efectúe su nombramiento, se crea un presupuesto de 500 reales de vellón para sufragar dicha plaza, y entra como interino el mencionado Pedro Sessé, maestro sangrador, publicándose en marzo en el Boletín para proveer la plaza en propiedad.

En 1864, según consta en Construcción de aljibe en la isla de Tabarca, Obras Públicas se dirige al alcalde para solicitar el nombramiento de un perito que dirija el inicio de las obras. En la página 1 de su edición del 25 de noviembre, publica La Correspondencia de España: «En la isla de Tabarca, próxima a Alicante, va a construirse un gran depósito de aguas, con objeto de recoger las pluviales para aplicarlas a las necesidades de aquel vecindario». El Oficio sobre el aprovechamiento de las aguas del aljibe por el Cura de Tabarca, de 1866, contiene un informe de la policía urbana, que manifiesta que no hay control sobre el uso de las aguas del aljibe de la casa-abadía, que está bajo la responsabilidad del Cura. En Aljibe en la isla de Tabarca, de 1868, el vecino de Tabarca Luis Alemañ y García, solicita construir por su cuenta un aljibe «de 200 pasos en cuadro» en terreno del estado, entre el antiguo cementerio y los mojones que limitan El Campo. Firma el pedáneo Bartolomé Ruso y Chacopino que, a finales de ese mismo año, en documento registrado en los Cabildos del AMA como Bartolomé Ruso, Alcalde Pedáneo de los vecinos de Tabarca pidiendo permiso para construir un aljibe, presenta formalmente una solicitud al Ayuntamiento «para construir un aljibe de la cabida de treinta mil cántaros para depósito de aguas del cielo con destino al servicio de aquellos vecinos por la absoluta falta que les hace en dicha Isla», reiterando su localización en los alrededores del antiguo cementerio, a las puertas de la población.

Y llegó la viruela

A finales de 1873 tiene lugar el primer gran brote epidémico en Nueva Tabarca. La Correspondencia de España del día 25 de noviembre, en su tercera página recoge: «El señor ministro de la Gobernación ha dispuesto se establezca un lazareto provisional en la isla de Tabarca, por si se desarrollara desgraciadamente la epidemia variolosa en las tripulaciones de los buques». Y el Diario de Córdoba del 14 de diciembre, añadía en primera página: «En el vapor Relámpago se embarcaron ayer el gobernador de Alicante y la comisión de la Junta Provincial de Sanidad encargada de informar sobre el local en que va a establecerse un lazareto en Tabarca. Por la tarde regresaron a Alicante dichos señores, y hoy empezarán en Tabarca las obras para habilitar el local, y se renuirá la Junta de Sanidad para convenir el embarque de los enfermos».

Retomando el tema de los aljibes, en 1874Antecedentes relativos a la construcción de un aljibe en Tabarca contiene un expediente con numerosas cartas de vecinos de la isla, exponiendo los reiterados problemas con el agua y la necesidad de más aljibes pues, una vez más, se había desoído la solicitud de 1868. Hubo un cruce de intensa burocracia administrativa entre organismos que se pasaban responsabilidades de unos a otros, culminando con un amplio resumen de la historia que se ha desarrollado en torno a este asunto entre 1869 y 1879. Entre tanto, el 12 de junio de 1878 una comisión del Ayuntamiento de Alicante sale en dirección a Nueva Tabarca, con la finalidad de conocer de primera mano la situación y necesidades de los tabarquinos. El Eco de la Provincia del 14 de junio escribe:
Como advirtiese la Comisión Municipal que los tabarquinos no tienen facultativo y que mueren sin la asistencia médica, excitó a aquellos a que se procurasen esta por medio de una iguala que podría establecerse con un facultativo: el pensamiento fue acogido favorablemente por los isleños, quienes contando con el apoyo que les prometió la Comisión Municipal, gestionan ya por atender a esta imperiosa necesidad cual así cumple a una población que cuenta cerca de 450 habitantes (en 1876 había 634 censados).
Primera página del padrón de habitantes de Nueva Tabarca del 31 de diciembre de 1877 (AMA)

Esta nueva caída del censo de tabarquinos en apenas dos años, hizo reaccionar por fin a la prensa, dedicándole prácticamente toda la primera página el ejemplar del 20 de diciembre de 1878 de El Graduador, a modo de extensa carta recopilatoria de toda la historia de la problemática del agua en la isla, dirigida al alcalde, y con intención de continuar en sucesivos ejemplares si no se tomaba cartas en el asunto, algo que, como veremos, hizo correr la tinta:
Hace próximamente un mes llamamos la atención de esta autoridad sobre el proceder del pedáneo de Tabarca y sus ayudantes en la administración y conservación de un aljibe de agua potable perteneciente al vecindario de dicha isla, y a pesar del tiempo trascurrido ni el señor Javaloyes ha tomado disposición alguna que tienda a amparar en sus derechos a aquellos habitantes de nuestro término municipal, ni estos cesan de lamentarse del abandono en que se les tiene por el Municipio, tratándose de un asunto tan importante para su salud y bienestar.
Pero como desde que venimos al estadio de la prensa nos propusimos cumplir con la mejor voluntad todas y cada una de las bases sobre que descansa esta libre y respetable institución, no hemos de abandonar la defensa de los intereses públicos porque el Sr. Presidente del Ayuntamiento se muestra mas o menos indiferente a nuestras observaciones, ni dejaremos de reproducir las noticias o protestas de los vecinos honrados porque la minoría de la Corporación municipal, tan celosa en cuestiones de menos trascendencia, haya permanecido callada en los sillones de la casa del pueblo, manifestando cierto desdén hacia nuestras indicaciones o un olvido, siempre censurable, de sus deberes.
Se trata, pues, de los habitantes de Tabarca que obligados por la necesidad y a costa de mil privaciones construyeron un depósito donde recoger las aguas llovedizas, salvando así uno de los principales inconvenientes que ofrece la vida en aquella isla por la carencia, que allí se observa casi completa de este artículo; y para que por quien corresponda se ponga el debido correctivo a los abusos cometidos por los delegados de la primera autoridad municipal y no pueda alegarse ignorancia alguna del caso que nos ocupa, vamos a repetir aquí con la mayor exactitud posible cuanto se nos ha dicho sobre el partioular, haciendo la historia del citado aljibe y de la extraña solicitud de que ha sido objeto por parte de los mismos que hoy lo administran sin ninguna de las formalidades convenientes.
En 1868, Bartolomé Ruso, alcalde pedáneo de Tabarca pidió y obtuvo autorización del Ayuntamiento de Alicante para construir por cuenta de sus convecinos un aljibe capaz de 30.000 cántaros de agua con destino a las necesidades del pueblo, y asociado de doce representantes que este comisionó, pudo contratar la referida obra con D. Bartolomé Arenas, mediante escritura pública ante el Notario Sr. Morales, y bajo la inspección de los mayordomos nominados al efecto, quienes pagaron el importe de todos los gastos de los fondos llamados del Cuartón [entre los pescadores, es muy general la costumbre de reunir en un mismo fondo la cuarta parte de lo que gana un hombre cada salida, destinándolo a algún objeto filantrópico en favor de cualquier servicio público o particular de su clase].
Terminada la obra en febrero de 1869 y satisfechas las 7.500 pesetas de su coste por los citados mayordomos como administradores de dichos fondos, el señor Arenas dio carta de pago de esta suma a favor de los vecinos de la mencionada isla, recogiendo los recibos parciales expedidos en pro de los diferentes mayordomos nombrados cada año.
Desde 1869 a 1874 estuvo Agustín Chacopino vendiendo el agua del aljibe, siendo depositario de lo recaudado su amigo Agustín Ruso, hasta, que el pedáneo D. Mariano Manzanaro, observando que se vendía el agua sin orden ni equidad, lo cual prohíbe terminantemente la ley municipal, acudió a la autoridad superior de la provincia solicitando se sirviera acordar que la administración y conservacion del aljibe correspondía única y exclusivamente al alcalde de Tabarca, lo cual consiguió en 21 de noviembre del mismo año, nombrando la Junta a que se refieren los artículos 90 y siguientes de la citada ley, añadiendo en su acuerdo el Sr. Gobernador, que esta Junta exigiera las correspondientes cuentas a Chacopino que se negó a cumplir esta orden, acudiendo al Juzgado de primera instancia de esta capital en unión de Ramón Ripoll y el citado depositario Agustín Ruso en demanda de interdicto de recobrar el aljibe por ser de su pertenencia, contra el Manzanaro, de cuyo asunto se inhibió el Juez en vista de las disposiciones del Gobernador.
No conformándose los demandantes, acudieron a la Audiencia del territorio que aprobó lo acordado por su inferior mandando pasar el expediente original al Gobierno de provincia que reprodujo el primer acuerdo en 19 de febrero de 1875, hasta que el gobernador, Sr. Corbalán, resolviendo una instancia en solicitud de que se declarara barrio la población de la isla, dispuso en 22 de junio del propio año, que se estuviese a lo acordado anteriormente sobre el mismo asunto, declarando franca para el vecindario el agua del aljibe y que su administración correspondía al Alcalde; por lo que el pedáneo Bautista Pachés hizo nombrar en 1876 la Junta Administrativa correspondiente, cuyo acto aprobó el Ayuntamiento de la capital en 13 de enero del mismo; pero en 8 de agosto siguiente, al advenimiento del alcalde pedáneo José Pascual, insistiendo en su propósito de delatar la finca, pusieron pleito al Municipio Felipe Parodi y Portes, tío de este alcalde, Tomás Chacopino y los ayudantes de este Bernardo Ruso y Vicente Chacopino, para que el aljibe fuese propiedad de varios particulares. Entonces, otros vecinos de Tabarca dirigieron una solicitud al Ayuntamiento reproduciendo la historia y origen de dicha finca, y pidiendo que la Corporación municipal defendiera los derechos de los isleños contra lo que pedían los anteriores solicitantes, exigiendo las cuentas de la administración y custodia del aljibe a los que debieron darlas en los últimos años para emplear el sobrante en algún objeto benéfico o mejoras de la población, haciendo que se nombrara el Depositario correspondiente.
Como era de esperar perdieron el pleito los demandantes, siendo condenados al pago de costas; pero el Ayuntamiento no tomó ninguna disposición que acabara con los abusos a que nos referimos, resultando que si los primeros litigantes o caciques de Tabarca no son dueños de dicho aljibe lo son de sus productos, ejerciendo una administración a su antojo y sin dar cuentas, ni otra clase de satisfacción, a sus convecinos que son los únicos y legítimos propietarios de la renombrada finca; pues a pretexto de que corresponde al alcalde pedáneo y a la Junta nombrada por este la referida administración, esta se halla ejercida por los mencionados litigantes Parodi, Ruso y Chacopinos, los cuales venden y cuidan el agua a su antojo sin rendir cuentas a ninguna corporación de aquellos habitantes, ni a nadie.
Esta es la historia del asunto, y no dudamos que conocida su importancia, porque se trata de un artículo tan necesario para la vida del vecindario de isla Tabarca, el Sr. Javaloyes atenderá nuestros ruegos que repetiremos con más copia de razones, si es preciso, en otro artículo.
Portada de El Graduador de 20 de diciembre de 1878
(Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

A seis cuartos un cántaro

Pero las medidas que se iban tomando no fueron de la satisfacción de los tabarquinos, llegando a salpicar incluso a la iglesia. Veamos el desarrollo de los acontecimientos a través de la prensa de la época, que llegó incluso a encarar algunos de los medios, entrando y réplicas y contrarréplicas:
  • El Graduador, 13 de abril de 1879, página 2: «Parece que el Sr. Obispo de esta Diócesis ha separado al cura de Tabarca, don Constantino Bañón. El alcalde pedáneo de dicha isla ha impuesto un cuarto por cada cántaro de agua que sacan los vecinos de los pozos del común. Suponemos que de esto tendrá conocimiento el Sr. Javaloyes, y se dará cuenta al Ayuntamiento para los efectos correspondientes».
  • La Unión Democrática, 9 de agosto, página 2: «Es verdaderamente desconsoladora la suerte de los industriosos hijos de Tabarca; sin agua para beber, pues la que se consigue cuesta seis cuartos un cántaro y no pueden comprarla».
  • El Graduador, 12 de agosto, página 2: «Tenemos a la vista una correspondencia de Tabarca, pintándonos en los términos mas desconsoladores la situación sumamente aflictiva de aquellos vecinos sin trabajo ni aun agua para beber, como ya dijimos en otra ocasión.
    Según la apreciable persona que nos dirige las citadas noticias, los vecinos de aquella isla, como los de Santa Pola, van por agua a la torre del Carabassí y luego la venden a seis cuartos el cántaro; pero como no todos pueden comprarla a ese precio, se quedan muchos sin alcanzar el agua necesaria para beber, gracias a la falta de iniciativa y buen deseo de los alcandes pedáneos que teniendo en su poder algunos fondos del común de vecinos no han dado cuenta de ellos hace muchísimo tiempo y no los emplean, según debieran, en conjurar el mal que aflije a aquella isla, fletando algunos botes para que conduzcan el agua en condiciones de poderla dar gratis a los más pobres y que verdaderamente no pueden comprarla.
    Ya en otras circunstancias llamamos la atención del Ayuntamiento sobre la gestión administrativa de los referidos alcaldes y no dudamos que dado el tristísimo estado de los vecinos de Tabarca, procurará el Sr. Bueno enterarse de estos asuntos para obligar a esos funcionarios y subordinados suyos a que cumplan mejor con su deber.
  • El Graduador, 11 de diciembre, página 2: «Entre tanto, el Sr. Bueno, Alcalde de esta ciudad, todavía no ha resuelto nada sobre una sentida exposición que los habitantes de la isla elevaron hace algunos meses, en solicitud de que los alcaldes pedáneos de Tabarca rindieran cuenta de los fondos procedentes de la venta de las aguas de los aljibes que se pagan a dos cuartos por cántaro según se exige a todos los vecinos, sin atender al precario estado de hambre y mi seria que sufre todo el pueblo.
    Ya en otra ocasión hubimos de quejarnos del mal uso que de sus atribuciones han hecho respecto de dichas aguas los referidos pedáneos, y esperamos del Sr. Bueno se sirva hacer sentir el peso de su autoridad sobre sus delegados en dicha isla, para evitar las justas reclamaciones de sus vecinos; pues ya que no pueden comer debe dejarles libre el consumo del agua y darles cuentas de los fondos recaudados hasta aquí para remediarse en lo posible».
  • El Eco de la Provincia, 12 de diciembre, página 2 (reproduce y critica a El Graduador): «Si El Graduador procurara enterarse de los asuntos, antes de escribir sobre ellos, de seguro que no hubiera escrito lo que acaban de leer nuestros lectores; pues el colega sabria que el digno señor Alcalde de Alicante, con un celo que le honra, está poniendo en práctica todos los medios que están a su alcance para remediar la aflictiva situación de los tabarquinos; y que sino se ha rosuelto ya el asunto de los pozos, es debido a las gestiones que se están haciendo para averiguar lo que hay de cierto en este particular sobre el que algunos isleños han llamado la atención del señor Alcalde.
    [...] El Graduador puede abrigar la seguridad de que el Sr. Bueno, sin necesidad de las excitaciones del colega, atiende las reclamaciones de los moradores de Tabarca; y si algún pedáneo falta al cumplimiento de sus deberes, cosa que no probará el diario posibilista, nuestro señor Alcalde tiene el suficiente carácter y fuerza de voluntad para imponer el debido correctivo a los que abusen de las atribuciones que les están conferidas».
  • El Graduador, 14 de diciembre, página 2 (réplica a El Eco de la Provincia): «Habla "El Eco", o sea el colega municipal:
    [...] Nosotros no somos ni hemos sido nunca delatores de nadie; cumplimos con nuestro deber indicando lo que sucede según las quejas constantes, e incontestables de los vecinos de la isla de Tabarca.El año último, y siendo alcalde 1.º el Sr. Javaloyes, nos ocupamos ya del uso que de sus atribuciones hacían los alcaldes pedáneos de dicha isla, respecto de la administración de las aguas que consume aquel vecindario, y nada se hizo; todo quedó en la misma oscuridad que antes.
    Hoy tiene en su poder el Sr. Bueno una exposición de los moradores de Tabarca, solicitando que dichos alcaldes den cuenba detallada de su cometido con una anterioridad de algunos años, y nada se ha resuelto todavía a pesar de haber trascurrido muchas semanas y aun meses. ¿Qué más pruebas quiere "El Eco" de nuestros asertos?»
Láminas de la Crónica de la Muy Ilustre y Siempre Fiel Ciudad de Alicante
(Rafael Viravens y Pastor, 1876)

Retomando cronológicamente la documentación histórica del AMA, y simultaneándola en adelante con las noticias aparecidas en prensa, en marzo de 1881 Manuel Manzanaro solicitaba en Construcción de un aljibe en la isla de Tabarca, que esta se realizara en el «Cas de Barro».

Nueva y más grave epidemia variólica

Años más tarde, a vueltas de una nueva epidemia variólica en 1887, haciendo crítica al número del 21 de diciembre del medio oriolano, en El Constitucional del 23 de dicho mes, en su página 2 podemos leer:
Dice «El Diario de Orihuela»:
«En la inmediata isla de Tabarca y según noticias que nos merecen entero crédito, se ha desarrollado con inusitada violencia la epidemia variolosa hasta el punto de tener consternados a aquellos habitantes no acostumbrados a otra mortalidad que la ocasionada por la vejez o por los accidentes del mar (censados 709 habitantes). Además en Tabarca, no hay médicos ni botica, ni medicamentos, y el pedáneo, según nuestros informes, ha adoptado la rara y radical resolución de mandar quemar toda casa en que muera un varioloso a lo que como es de suponer se opone el pueblo en masa.
He ahí un pedáneo digno de ser reformista».
Reformista no, fusionista, porque si el pedáneo de Tabarca adopta tan especial sistema para combatir la epidemia variolosa, será porque acaso reciba instrucciones de su superior el alcalde fusionista de esta capital, que debe estar al tanto de lo que en Tabarca ocurre, y prefiere mejor que enviar médicos y medicinas para socorrer a aquellos desgraciados moradores, extinguir los focos variolosos quemando las viviendas.
Después de todo, nosotros creemos que en Tabarca no sucede nada de lo que «El Diario de Orihuela» dice, porque dados los sentimientos humanitarios del señor Terol, a ser cierta tanta desdicha, de su peculio particular hubiese enviado medicinas y médicos a la Isla de San Pedro, para atajar los progresos de la epidemia.
Quedamos pues, en que todo ha sido una exageración del periódico oriolano o del diario que haya tomado tan espeluznante noticia.
No se hizo esperar la réplica del Diario de Orihuela, en primera página del 24 de diciembre: «Crea nuestro apreciable colega "El Liberal Dinástico" de Alicante que al suponer digno de ser reformista al pedáneo de Tabarca por los medios que emplea para atajar el desarrollo de la viruela en su ínsula, lo hicimos por el hecho de ser partidarios algunos reformistas, de los medios profilácticos que se emplean en la referida isla. Por lo demás nuestro respetable amigo D. Rafael Terol, remitiendo los remedios necesarios a la enfermedad que aflige a Tabarca ha merecido elegios de la opinión».

El día 30, publicaba alarmante El Graduador en su página 2:
Hace unos días, decía «La Tarde», que las autoridades se disponían a mandar a los infelices habitantes de la isla de Tabarca, los auxilios necesarios para mitigar su triste situación; pero indudablemente no debe haber sucedido así, toda vez que siguen llegando quejas y lamentaciones.
Además de la epidemia de viruela que se está sufriendo allí, atraviesa una época muy calamitosa, tanto por los rigores de la presente estación, como por que los repetidos temporales tienen a los pescadores sin poder dedicarse a su diario trabajo. Con este motivo, la miseria aumenta, y el pueblo todo se halla sumido en el mayor desconsuelo.
Recientemente ha fallecido una hija del pedáneo, y por no haber quien se encargara de dar sepultura al cadáver, el mismo alcalde y su esposa tuvieron que trasladarlo al cementerio y enterrarlo!...
Llamamos, pues, la atención del Ayuntamiento sobre este asunto, que no admite dilaciones de ninguna clase, y a la vez, recomendamos al señor Alcalde que gestione si sería posible destinar a aquella isla, dos o tres hermanas de la Caridad, que hagan más llevadero el triste estado de aquellos infortunados habitantes.
Con el cambio de año, la alarma se agravaba. De este modo expresaba su preocupación El Alicantino del 3 de enero de 1888, en su segunda página:

El Alicantino, 3 de enero de 1888, p. 2 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Y añadía en la tercera página del ejemplar del día 6: «Ayer salió para la vecina y atribulada isla de Tabarca el Alcalde de esta ciudad D. Rafael Terol acompañado del médico titular D. Francisco Sevila y tres Hermanas de la Caridad, llevando consigo medicamentos y un importante donativo en efectivo debido a la generosidad de una modesta persona, cuyo nombre no ha manifestado, todo para combatir la enfermedad variolosa que aflige a los vecinos de aquella isla y levantarlos del abatimiento, postración y miseria en que se encuentran. Aplaudimos el celo del Sr. Terol a quien tributamos nuestro desinteresado aplauso y quiera el cielo que sus oportunas medidas mejoren la situación de los tabarquinos».

En mismo día y página, hacía eco de la información La Correspondencia de España, mediante dos apuntes telegráficos: «En los centros oficiales se han recibido los siguientes telegramas:
- Alicante, 5 (8'40). En la isla de Tabarca se ha desarrollado la viruela, con cuyo motivo ha salido para dicho punto, en un remolcador, el alcalde de esta capital con médicos, hermanas de la Caridad y fondos donados por una persona caritativa.
- Alicante, 6 (2'45 t.). Ha regresado el alcalde, después de instalar en la Isla de Tabarca una junta de socorro y de dejar comestibles, medicinas y 500 pesetas para atender a las muchas necesidades de aquel vecindario».

Y esos mismos ecos se repetían en diarios de provincias, incluso de corto calado, como El Mahonés del 21 de enero en su página 3: «Dice nuestro querido colega "El Alicantino" que el señor Obispo de aquella diócesis ha remitido al alcalde de Alicante 250 pesetas para que las reparta entre los enfermos pobres de la isla de Tabarca. La epidemia variolosa en la mencionada isla continúa creciendo».

Hace falta un médico titular

Damos un salto temporal, superada la crisis, y tras un nuevo cambio de siglo también el censo creció: 832 en 1900, 949 en 1910. Justa fue, por ello, la reivindicación encabezada por Pascual Chacopino de la necesidad de un médico en la isla, que de este modo recogía el Diario de Alicante del 10 de agosto de 1912, en su primera página:

Diario de Alicante, 10 de agosto de 1912, p. 1 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

El Popular de ese mismo día, en su primera página puntualizaba que la acogida no fue tan calurosa: «Una vez terminado el orden del día, el señor Soto da cuenta de una instancia de vecinos de la isla Tabarca, en la que solicitan se nombre un médico y un boticario para las atenciones de dicha isla y tras discusión enconada entre los señores Rico, Guardiola y Soto, se acuerda pase a estudio de la comisión de Beneficencia y Sanidad, para que de acuerdo con los tabarquinos resuelvan el asunto». No así La Unión Democrática del día 11, en su página 2: «Terminado el despacho se acuerda la urgencia de una instancia presentada al Alcalde, por una comisión de habitantes de Tabarca, solicitando la creación de una plaza de Médico y otra de Farmacéutico, con destino a dicha isla. Después de oídos a los notables, se acuerda pase el asunto a estudio de las Comisiones correspondientes».

Los apoyos populares comenzaron a llegar, siendo dignos de mencionar los de los poetas Salvador Rueda y Salvador Sellés, ambos con gran vinculación con Nueva Tabarca:
  • La Unión Democrática, 13 de agosto, página 2: «Gracias, a la iniciativa del gran poeta don Salvador Rueda, la isla de Tabarca tendrá un médico y un practicante que prestarán asistencia facultativa en caso de enfermedad a los tabarquinos. Elogiamos los humanitarios sentimientos del Sr. Rueda, y de los que han secundado su iniciativa en este asunto. Nos consta, que sus disgustos y contrariedades ha costado al genial poeta hoy vecino de la Isla su altruista proceder».
  • Diario de Alicante, 19 de agosto, página 1: «[...] Pero volviendo al objeto de esta carta, debo decirle que agradecí infinitamente (como así mismo a toda la noble prensa alicantina), el entusiasmo con que habéis tomado causa tan justa como es la de que esa ciudad que atiende a todos los dolores, representada por su insigne Ayuntamiento que sabe tender la mano a los desgraciados, funde una plaza de médico (un buen médico) para esta Isla desamparada. El practicante que tenemos, persona que cumple con su deber, auxiliaría bien a la ciencia oficial, y este pueblo que vive encima de una roca acordonada por las aguas, daría gracias del corazón a todos vosotros por el excelso rasgo de misericordia. Conocí —tuve ese honor— días pasados, al señor alcalde de Alicante; yo creí que era un viejo, y es un joven lleno de espíritu y de simpatía, capaz de ser paladín de todas las causas generosas. Él mismo tuvo la gloria de presentar la instancia rubricada por quinientas firmas de esta Isla al Concejo alicantino, y él y el Sr. Guardiola (que habla como un Dios), apoyaron la petición de estos pescadores humildes. Cuantos señores concejales se hallaban presentes, asintieron. Esto tiene enternecida de gratitud a la isla, la cual está pendiente de la resolución definitiva, para entonar un coro de reconocimiento a ese Municipio de Alicante.
    El artículo de usted, en el cual trata este asunto, lo recibí en medio del mar, al trasbordar el correo al barco que nos conducía a Elche. Rompí la faja del periódico y grité a mis compañeros de excursión: "¡Artículo de Salvador Sellés, acerca del médico de la Isla!". La tripulación se agrupó a mi alrededor, absorbida y emocionada».
Las noticias iban produciéndose con goteo. La Unión Democrática del 13 de diciembre afirmaba en primera página: «Se consignaron 1.000 pesetas anuales para el médico de la isla de Tabarca y 2'63 diarias para un practicante». Y añadía en la página 2 del ejemplar del día 15: «Pasó a la Comisión [...]; quedaron sobre la mesa unos informes de Beneficencia y Sanidad, y fue aprobado el informe relativo al nombramiento de un médico en la isla Tabarca».

En expediente del AMA del 17 de junio de 1913 titulado Una comisión visita la isla a instancias de Beneficencia, Sanidad e Higiene, queda reflejado que la venta del agua de los aljibes era a razón de cinco céntimos dos cántaros, y el producto servía para el mantenimiento de los mismos. Una pequeña retribución estaba asignada a la «mujer recaudadora del producto de la venta del agua y guardesa de los aljibes», añadiendo que si se destinase el producto de la venta a otros menesteres, quedarían los aljibes inservibles y sin poder prestar servicio. No obstante concluía: «... de la visita ha sacado la comisión también la creencia que el ayuntamiento no cumple en el pueblo de Tabarca todos los fines municipales, pues no atiende al alumbrado, alcantarillado y aceras de dicho poblado».

Las primeras felicitaciones al practicante de la isla, Manuel Aldeguer, llegaban en la página 1 del Diario de Alicante del 30 de diciembre:

Diario de Alicante, 30 de diciembre de 1913, p. 1 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

1914 recoge la Denuncia al alcalde pedáneo de Tabarca por la mala inversión de los fondos recaudados por la venta de agua de los aljibes, en la que 49 firmas más una nómina de 45 nombres que no saben firmar, por quienes lo hace Manuel Manzanaro, denuncian al pedáneo Jerónimo Manzanaro por abuso de facultades en este sentido, ya que afirmaba ser el dueño de los aljibes y que ni él ni su comisión tenían por qué dar explicación alguna de la gestión de los fondos de la venta de agua de los mismos.

En el documento de 1915 Asistencia médica en la isla de Tabarca, se pregunta el Juzgado de 1.ª Instancia e Instrucción por el médico que debe asistir a los vecinos pobres de Tabarca, para práctica forense, a lo que el doctor Pascual Pérez contesta que es Juan Sebastiá Teijeiro, al ser el responsable del 6.º Distrito de la ciudad.

El día 15 de junio de 1918, la primera página de El Luchador denunciaba: «Da cuenta el señor Tato a sus compañeros de haberse practicado el análisis del agua de los aljibes que surten a los habitantes de Tabarca. Resultando del análisis que dichas aguas son insalubres por lo que se procederá al desagüe de los depósitos». Lamentablemente sería este un asunto muy reiterado en el futuro en las páginas de los rotativos alicantinos.

Gripe en la isla

A finales de verano llegaría una nueva epidemia a la isla, en este caso la gripe. Así lo recogía el Diario de Alicante del 16 de septiembre en primera página: «Entre el vecindario de la isla de Tabarca también hace estragos el mal de moda. Hay unos ciento setenta atacados, lo que da idea de la virulencia de la epidemia entre aquel vecindario poco numeroso. El practicante que allí vive se halla enfermo. Esta tarde ha marchado a la isla don Pascual Pérez con medios profilácticos para combatir el mal». El Adelanto del día 17 y el Correo de la Mañana del 18 situaban la cifra en 150 enfermos. El Diario de Alicante del día 18 añadía, de nuevo en primera página: «Para la isla de Tabarca ha salido hoy el doctor Ramos Esplá para atender a los numerosos atacados de la epidemia que sigue haciendo estragos allí». Al igual que El Luchador en su página 2: «Hoy ha marchado a la Isla de Tabarca para tratar a los enfermos atacados del mal de moda, el Doctor don Rafael Ramos Esplá, del Cuerpo de Beneficencia Municipal. Regresó de allí el Decano del Cuerpo don Pascual Pérez Martínez». Se sucedían y reiteraban las noticias casi a diario, dentro y fuera de la provincia, con desiguales cifras:
  • El Pueblo Manchego, 18 de septiembre, página 2: «En la pequeña isla de Tabarca se ha presentado la epidemia con alarmantes caracteres. Hay más de 200 enfermos. Los vecinos sanos están en exiguo número. Las personas pudientes de la localidad se han marchado. Para atender a tanto enfermo solo hay un practicante, pero este también ha caído en cama atacado del mismo mal. Este alcalde ha enviado al jefe de los médicos de la Beneficencia».
  • La Provincia, 18 de septiembre, página 1: «Ha llegado también a la cercana isla, el molesto huésped conocido por el "Soldado de Napóles". Hay más de 180 atacados y el vecindario, alarmadísimo, pidió auxilios sanitarios a la capital, marchando a Tabarca el decano de la Beneficencia Municipal don Pascual Pérez que ha dictado las medidas sanitarias oportunas».
  • El Luchador, 21 de septiembre página 2: «Como asunto de oficio la alcaldía da cuenta de las medidas adoptadas para auxiliar a los vecinos de Tabarca en vista de la epidemia allí desarrollada, y se lee la comunicación del decano del Cuerpo de Beneficencia Municipal notificando el resultado de la visita de inspección que personalmente hizo. Se aprueba todo lo hecho».
  • La Correspondencia de Alicante, 21 de septiembre, página 1: «El Alcalde dio cuenta de un oficio recibido del Pedáneo de Tabarca solicitando el envío de un practicante para asistir a los enfermos atacados de gripe en aquella isla, toda vez que se encuentra enfermo el Titular. El Sr. Bono dice que seguidamente se atendió la petición enviando el practicante pedido».
A pesar de ello, seguía creciendo el censo de habitantes: en 1920 hay 1055 vecinos, el máximo histórico. A vueltas con el agua, en 1921 la Carta del obispo de Orihuela al Alcalde sobre el aljibe de la iglesia de Tabarca hablaba del conflicto existente entre el cura y la Cofradía de Pescadores, por la recogida de las aguas pluviales del tejado de la iglesia, el obispo pedía la liquidación del contrato existente y la redacción de uno nuevo más claro de contenido. El pedáneo, José Chacopino Bayle, pedía disponer de esa agua por haberse agotado la destinada para hacer el pan, ofreciendo el 5% de lo recaudado a la iglesia. En consecuencia, se entregan las llaves del pozo situado frente a la iglesia al pedáneo.

En 1923 se otorgaba Licencia al practicante de la isla de Tabarca, 20 días de permiso para Manuel Aldeguer por un asunto familiar (acompañar a su esposa a Soria a la toma de posesión de una plaza), y se nombraba sustituto al también practicante Antonio Orenes Senabre. Pero Aldeguer dimitiría a su regreso, y en 1924, según se contiene en el expediente Servicio de asistencia médica en la isla de Tabarca, el alcalde pedáneo Agustín Manzanaro comunicaba que estaban teniendo que solicitar asistencia médica urgente a Santa Pola por no haberse cubierto la vacante. El doctor Pascual Pérez moviliza a su colega Carlos Limiñana y al practicante Antonio Ferrándiz a Tabarca, para revisar la situación de sus habitantes e informar al alcalde. Posteriormente se envía al practicante Vicente Álvarez que, en sucesivos viajes, comienza a informar de un nuevo brote de gripe. A continuación se establecen turnos semanales, donde este último rodaba, en principio, con los practicantes Orenes y Seva. Más adelante se incorpora Luis Santos Pérez que, según consta en el documento Servicios médicos en la isla de Tabarca, reclamaba una indemnización de tres días por servicios extraordinarios prestados en Tabarca para controlar la epidemia, servicios que alababa El Luchador del 21 de febrero, en su página 2:

El Luchador, 21 de febrero de 1924, p. 2 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Y añadía en la misma página del día 23:
Apenas aquí se tuvo noticia de que la invasión gripal en la isla de Tabarca revestía alguna importancia apercibiéronse los médicos de la Beneficencia Municipal para llevar a aquel sitio sus servicios.
Tenemos entendido que alguno de ellos llegó a trasladarse allí. Pero existen dificultades, que todos conocemos y que nos es dado apreciar: este tiempo, por la frecuencia con que el mar se muestra encrespado, no se ofrecen las mayores facilidades para ir y venir constantemente entre la capital y la isla. Y entendiéndolo así los señores médicos referidos gestionaron espontáneamente que se pusiese a su servicio una lancha con motor a fin de poder acudir a prestar asistencia a los tabarquinos, sin abandonar sus obligaciones de la capital. Nos consta que en ello han puesto el más decidido interés.
Y mientras tal servicio llegaba a establecerse quedaron todos dispuestos, médicos y practicantes, para acudir inmediatamente a donde y cuando se reclamase su asistencia, no obstante ofrecer ahora tan pocas seguridades la travesía a Tabarca, dados los medios de que se dispone.
Esperamos que se les facilitará a los señores médicos los medios adecuados para que puedan cumplir su humanitaria misión.
Una cuenta pendiente con el último practicante incorporado, Antonio Andújar, consta en el Informe del alcalde de Tabarca sobre los servicios del practicante de la isla, de 1926, sobre los derechos que trataba de cobrar dicho facultativo, que había reclamado vía judicial 48 pesetas por aplicar 16 inyecciones intramusculares (14, corrige Pascual Pérez), a 3 pesetas por inyección. Andújar cobraba una iguala de 50 céntimos por familia, en la que iban incluidas dichas inyecciones, pero este explica que a los pobres no les cobraba dicha iguala, y era a un miembro de una familia pobre a quien le había practicado las inyecciones que pretendía cobrar.

La reveladora inspección de Sanidad de 1927

El 8 de agosto de 1927, según el grueso expediente que al respecto se conserva en el Archivo Municipal de Alicante, la Inspección de Sanidad dirigía al Ayuntamiento el siguiente documento:
En la visita de inspección girada recientemente a la Isla de Nueva Tabarca, pude comprobar la existencia de ocho enfermos cuya sintomatología clínica encajaba en el cuadro de las infecciones de origen hídrico, de los cuales, los dos más graves, usaban para la bebida, agua procedente del aljibe público, y los demás indistintamente de este aljibe y del situado en la casa de Juan Antonio Castillo.
Se procedió a la extracción de sangre de cuatro de los enfermos y practicada en este Instituto de Higiene provincial, la reacción de aglutinación con varios gérmenes, ha dado resultado positivo con Ebert, al uno por 750, en los enfermos María Castelló Chacopino y Josefa Ruso Baile. Las muestras de agua de los dos citados aljibes, que se recogieron para su análisis bacteriológico, fueron remitidas al Laboratorio municipal, para este objeto.
Aunque desconozco todavía el resultado del análisis de dichas aguas, como la infección Ebertiana está comprobada por la reacción de aglutinación en dos enfermos, y en estos no se puede achacar la causa de infección a otro origen, puesto que no han salido de la isla ni han estado en contacto con otros enfermos de esta clase, es lógico suponer que las citadas aguas se hallan contaminadas.
Como consecuencia de todo ello, esta inspección estima, que por esa Alcaldía se deben dictar las siguientes medidas sanitarias para evitar que estas infecciones adquieran gran difusión y puedan atacar a gran número de vecinos de la citada isla.
1ª. Proceder a la vacunación preventiva del mayor número posible de vecinos, bien por la vía bucal o por la via hipodérmica.
2ª. Prohibir se haga uso de los aljibes cuyas aguas estén contaminadas, para lo cual deben tomarse muestras de todos los aljibes de la isla y proceder a su análisis, cerrándolos definitivamente o procediendo a su javelizacion, averiguándose previamente, por el personal del Laboratorio municipal, la cantidad de agua que tienen los aljibes e índice de cloro de las mismas, para que el tratamiento posterior por el cloro, sea racional y exacto.
3ª. Obligar a quien corresponda, que en todos los aljibes se suprima el método primitivo de sacar el agua con cubos y se instalen las bombas necesarias para que el agua tenga el menor contacto posible con el exterior y con ello se disminuirán los peligros de contaminación.
4ª. Recomendar al vecindario que no haga uso de verduras y legumbres, sin someterlas previamente a la ebullición, y
5ª. Que en la visita de inspección girada, se dictaron las medidas que procede tomar con la excreta y ropas de los enfermos, no obstante, es conveniente que se hagan cumplir estas y que se procure el mayor aislamiento posible de los enfermos.
Me es muy grato manifestar a esa Alcaldía, la buena impresión que me produjo la manera como el Practicante Antonio Andújar Amorós, trata a los enfermos, demostrando en su actuación una competencia e ilustración no común en los que poseen más que ese Título, a pesar de lo cual estima esta Inspección que , como existen enfermos de bastante gravedad, que pueden adquirirla otros y estos enfermos pueden presentar complicaciones de importancia que necesiten una actuación rápida y enérgica, sería conveniente que hasta que vueIva la normalidad, se designara un Médico que se encargara de la asistencia de los enfermos.
Dadas las malas condiciones sanitarias que reúne la isla, la deficiente alimentación de su vecindario y la promiscuidad en que vive, deben extremarse lo más posible todas las medidas sanitarias, llevando allí, si es necesario, elementos de desinfección y todo lo que se crea conveniente, en evitación de que pueda extenderse la epidemia.
En la misma fecha, el Ayuntamiento emitía el siguiente Decreto, firmado por el alcalde Julio Suárez-Llanos: «Visto el informe que antecede de la Inspección provincial de Sanidad y la importancia del asunto a que se contrae, por afectar a la salud pública, vengo en disponer que mañana mismo y acompañándome en visita oficial, se trasladen a la Isla de Tabarca los Srs. Inspector Municipal de Sanidad del Distrito Sur, Don Pascual Pérez Martínez, el Médico Titular del Distrito, Don Miguel Gueri Salvá, el Secretario del Excmo. Ayuntamiento y el Jefe del Negociado de Beneficencia y Sanidad. Los Srs. facultativos citados procederán sobre el terreno al reconocimiento y diagnóstico de los enfermos y al estudio de las condiciones higiénicas y sanitarias de habitaciónes, aguas, alimentos, etcétera y me propondrán las medidas que les aconseje su buen celo, para complementar las ordenadas por la Inspección provincial».

El informe de los médicos desplazados a la isla, fechado 10 de agosto, tras exponer una por una la problemática y disgnóstico de los enfermos explorados, quitaba leña al fuego de la alarma inicial, pero advertía de que la situación, dada la naturaleza de la infección, si no se trataba de forma inmediata y contundente, podía pasar a ser de extrema gravedad:
[...] De lo que antecede se deduce que no hay ningún enfermo grave ni menos se han podido apreciar síntomas tifódicos, su sensorio está claro, razonan con normalidad, ni en un solo caso se ha apreciado estupor, sopor o coma, no hay síntomas de obnubilación ni temblores musculares, en algún caso se apreció postración, pero poco acentuada...
[...] Por todo lo tanto la enfermedad en este Distrito no tiene, gran fuerza intensiva ni expansiva, por lo que no presenta gravedad. Bien sabido es que dentro de la fiebres eberthianas hay casos de intensa gravedad y otros por el contrario presentan síntomas tan leves que hay enfermos eberthianos deambulatorios; pues la gama o gradación en la dotinentería es tan extensa que se consignan casos de tifus extremadamente graves y otros que se les puede reputar de insignificantes, si bien siempre se ha de tener presente que aun en enfermos de enfermedad benigna por excitación de los gérmenes patógenos pueden pasar de la lenidad a la mayor letalidad.
Hay en la Isla Nueva Tabarca un hecho verdaderamente censurable que se produce con una inconsciencia grande y que precisa que las autoridades dicten disposiciones convenientes para su adecuada corrección. El Excmo. Sr. Alcalde Suárez-Llanos previamente ha dispuesto lo conveniente, pero debe ser motivo de estudio para su total desaparición. Las casas carecen de retretes y las aguas sucias y sustancias excrementicias son tiradas a unos vertederos que no llegan al mar, lo que constituye focos de infección, que el sol con su gran poder esterilizante no llega a desinfectar por completo.
Como conclusión a lo expuesto, los que dictaminan estiman que la enfermedad que han observado en la Isla de Nueva Tabarca, al presente carece de importancia, pero sí en previsión de que el mal tomara mayor agudeza deben cumplimentarse todas las prescripciones enunciadas por el Sr. Inspector Provincial de Sanidad.
Un sentimiento de estricta justicia impone a los firmantes el hacer constar la meritísima labor que realizó el practicante Don Antonio Andújar, hecho que viene a confirmar el que como Decano del Cuerpo de Beneficiencia Municipal le tiene anotado desde el día de su ingreso, a este funcionario municipal.
La consecuencia de este informe fue doble. De una parte la felicitación pública al practicante Andújar, «por su profesionalidad y buen hacer», y de otra una comunicación exhaustiva de instrucciones al alcalde pedáneo, fechada el mismo día 10:


Como se suele decir, aprovechando la ocasión, ya que no venía a cuento, el tirón de orejas se continuaba en nueva comunicación del día 11, en los siguientes términos:
Ampliando mi comunicación fecha de ayer y teniendo informes privados de que en esa partida no se guardan con el escrúpulo debido las disposiciones vigentes acerca del peso y medida de los artículos de consumo público, he acordado requerir a U. para que por medio de pregón, o notificando a los industriales interesados, prevenga a todos la obligación en que están de ajustarse al sistema métrico-decimal, dando el peso y la medida justos en los géneros que expendan. Al vecindario advertirá U. en igual forma acerca de la conveniencia de denunciarle cuantas faltas conozca y a quienes incurran en ellas impondrá U. la multa de cinco, quince y veinte pesetas, según sea por una sola vez o reincidentes, o con la pérdida de la licencia para expender sus mercancías.
Ademas recuerdo a U. que las obras de construcción, reforma y derribo de edificios necesitan permiso de esta Alcaldía para ser efectuadas. Los interesados lo solicitarán directamente o por mediación de U. Sin esa autorización previa no podrán ejecutarse en lo sucesivo.
Espero del celo y actividad de U. el más puntual y exacto cumplimiento de las instrucciones que le comunico, pues lamentaría tener que decretar sanciones por inobservancia de las mismas.
El día 12, el Ayuntamiento comunicaba a Inspección las órdenes impartidas y las actuaciones llevadas a cabo en la isla. Toda una declaración de intenciones llevada a cabo con una rapidez inusitada:
Al tener el honor de acusar recibo a U. S. de su atento oficio número 557, fecha 8 del actual , me es grato nanifestarle que giré una visita de inspección a la isla de Tabarca, acompañado del Sr. Médico Decano del Cuerpo de Beneficencia Municipal y del Titular del Distrito, los cuales procedieron al reconocimiento de todos y cada uno de los enfermos, informándome que, afortunadamente, el estado de salud de los mismos es bastante satisfactorio habiendo desaparecido los síntomas graves que en algunos de ellos existían. La visita se repitió ayer por el facultativo Doctor Gueri, a quien corresponde efectuar estas asistencias y hoy me confirma aquellas impresiones favorables.
Cuantas medidas de carácter higiénico y sanitario me propuso U. S. en su citada comunicación y otras de carácter complementario dispuestas por mi Autoridad y aconsejadas por los expresados Médicos, han sido adoptadas, notificándolo al Pedáneo de la partida, de oficio, y al vecindario por medio de pregones.
También se tomaron muestras de las aguas de los aljibes particulares y han sido entregadas al Laboratorio Municipal para su análisis.
Desde luego se procederá a la reparación y saneamiento de los aljibes públicos, sustituyéndose el sistema de extracción del agua instalando una bomba mecánica que ya he adquirido.
Agradezco a U. S. el interés y celo con que ha procurado mejorar las condiciones de la población isleña y quédole muy reconocido por su actuación.
El certificado del laboratorio de fecha 13 de agosto, de las muestras de agua procedentes del aljibe público y de la casa de María Pérez, resultaba que la primera dio presencia de E. coli y otras bacterias similares, no reuniendo las condiciones adecuadas para el consumo, según la normativa vigente. La segunda presentaba igualmente E. coli en abundancia. También manifestaba que la analítica era incompleta por no disponer de muestras suficientes de agua.

Como muestra, el presupuesto de reparación de uno de los aljibes, de misma fecha, describía las actuaciones que iban a llevarse a cabo: desconchado y excavación del reboque, capa de hormigón de 10 cm de espesor para revestimiento de las paredes interiores hasta el arranque de la bóveda, reparación de desconchados y recibidores de aguas, enlucido con cemento y cal. El coste: 4.749 pesetas. Adjuntaba un plano con las dimensiones del aljibe: 22,70 m de largo x 4,90 m de ancho x 3,10 m de altura de arranque de la bóveda, con un arco de 2,40 m.


El día 22 de agosto, el Ayuntamiento solicitaba al Laboratorio Municipal que le remitiera, a la mayor brevedad, copias certificadas de todos los análisis de aguas procedentes de Tabarca que se hubieran realizado sobre muestras enviadas directamente por la Inspección Provincial de Sanidad, por el médico titular del distrito o por el decano del Cuerpo de Beneficencia Municipal, hecho que recogía El Día en la página 3 del ejemplar del 23.

Recibidos el día 24 cuatro certificados fechados el 23, revelaron que la muestra tomada del aljibe público del centro de la plaza de la Iglesia confirmaba la contaminación de la misma, igualmente de origen fecal, que la hacía no adecuada para su consumo según ley. La procedente del aljibe público de Josefa Cardona, revelaba incluso presencia de estreptococos. La tercera y la cuarta de las muestras fueron tomadas en el aljibe público de Visitación Manzanaro, y arrojaban resultados de contaminación similares.


Conocidos los tan negativos resultados, el día 27 el alcalde pedáneo Tomás Baeza dirigía este escrito al alcalde: «Habiéndose terminado el agua potable para el abastecimiento público en esta de mi cargo, encarezco de V. E. se digne dar las órdenes oportunas empleando los medios necesarios, a fin de facilitar a este vecindario tan imprescindible artículo. Tenga en cuenta que el aljibe público se desocupó y limpió según los medios y elementos que aquí se han podido emplear. Espero supla esta falta a la mayor brevedad, procediendo como siempre con su demostrada actividad y justicia».

Aljibe público de la esquina sureste de la Plaça Gran de Nueva Tabarca. Años 40
(Archivo Óscar Llopis)

A continuación, el 30 de agosto el Ayuntamiento emitía dos comunicaciones urgentes. La primera al Laboratorio Municipal: «Vacíos ya los aljibes públicos de la isla de Tabarca, cuyas aguas estaban contaminadas según dictamen de ese Laboratorio y debiendo llenarse de nuevo para atender al abastecimiento del vecindario de aquella partida rural, esta Alcaldía espera de U. que envíe hoy mismo al Practicante del Cuerpo de Beneficencia y Sanidad Municipal con destino en dicha partida, las instrucciones y elementos necesarios para la más completa desinfección y el saneamiento debido de los citados aljibes. Encarezco a U. la mayor actividad y celo en la práctica de este servicio». La segunda al Ministerio de la Gobernación:
Excmo. Señor Don Julio Suárez-Llanos Sánchez, General de Brigada, Caballero Gran Cruz del Mérito Militar y de la Orden de San Hermenegildo, Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Alicante, a U. E. acude y tiene el honor de exponer:
Que la partida rural de Tabarca, perteneciente al término municipal de esta ciudad, es una pequeña isla habitada por pescadores únicamente y sus modestas familias, cuya población, segun el último censo, aprobado en 1920, es de 1.055 habitantes.
Ese relativamente numeroso vecindario, no cuenta con otros medios de vida que los que le producen las artes de la pesca y en ocasiones, durante el invierno sobre todo, la violencia de los temporales incomunica dicha partida —distante unos veintidós kilómetros de la capital, de donde se abastece—, y crea situaciones muy apuradas, por las dificultades grandes, o, mejor expresado, imposibilidad casi absoluta, de suministrar las más indispensables provisiones.
Pero el problema de carácter realmente grave es el atañente al suministro de agua. La isla, desde antiguo, cuenta con unos aljibes públicos que construyó a sus expensas el Ayuntamiento de Alicante y que se llenan con aguas de lluvia, tan escasas y tardías en esta región.
Hace poco más de un mes se produjeron en Tabarca algunos casos de fiebres infecciosas de origen hídrico según dictamen médico y practicada una inspección sanitaria comprobóse, por el análisis de las aguas de aquellos aljibes, que en ellas estaba la causa del mal.
Inmediatamente se dispuso la extracción del agua y la higienización de los pozos; pero estos, una vez llevada a cabo la operación profiláctica, han de ser nuevamente dotados del preciado líquido, pues de otro modo los habitantes de Tabarca habrían de proveerse de él transportándolo en pipas o toneles y desde larga distancia, empeorando el problema.
Ante la gravedad del conflicto que se avecina y careciendo el Municipio que presido de elementos adecuados para abastecer los aljibes tantas veces mencionados, me permito exponer el caso a U. E. y acudir en
Súplica de que se digne gestionar del Ministerio de Fomento, a cuya jurisdicción y dependencia está sometida la Junta de Obras del Puerto de Alicante, que autorice al Señor Ingeniero-Director de esta entidad para que habilitando los barcos-aljibes de que dispone, provea una o dos veces al mes, según sea necesario, al abastecimiento de los pozos públicos de la isla de Tabarca, único medio factible que puede ponerse en práctica para remediar la apurada situación del humilde vecindario de la isla. Ello, sin duda, no habrá de producir perturbaciones en los servicios de la Junta y proporcionará en cambio un gran beneficio a los habitantes de la partida rural citada.
Siempre surgían problemas. Bomberos comunicaba el 5 de septiembre que la bomba  n.º 2 que estaba vaciando los aljibes de la isla tenía desperfectos en los 10 metros de manguera de aspiración que se llevaron, y que para estar útil había que reparar el blindaje por estar los alambres flojos y aplastados.

Los barcos-aljibes

La noticia del primer barco-aljibe con destino a Tabarca salta a la página 2 de El Luchador del día 8 de septiembre: «Esta mañana ha salido para la isla de Tabarca el barco-aljibe "Próspero Lafarga", de la Junta de Obras del Puerto para abastecer a dicho barrio insular. La operación será dirigida por el ingeniero de la mencionada entidad, don Luis Sánchez Guerra». En efecto, el día 16 el Ingeniero Director de Obras del Puerto comunicaba al alcalde la orden telegráfica de la Dirección General de Obras Públicas que le autorizaba para habilitar dichas naves una o dos veces al mes. El 17, el alcalde comunicaba la buena nueva a los tabarquinos, a través del pedáneo de la isla.


El mismo día 17, el pedáneo Tomás Baeza dirigía este manuscrito al alcalde: «Cumpliendo lo que se me ordena en comunicación fecha 10 del próximo pasado, tengo el honor de participar a V. E., se ha procedido por esta Alcaldía Pedánea en la forma que se previene estando en la actualidad montándose la bomba mecánica aspirante-impelente en los aljibes públicos después de haberlos desinfectado». El día 19 de septiembre, publicaba El Día en su página 3:
Con motivo de la visita de inspección que recientemente hizo a la isla de Tabarca el señor alcalde, conociese la necesidad imperiosa de abastecer periódica y normalmente a los habitantes de dicho caserío de agua potable. Venían surtiéndose de la que procedente de lluvias se recogía en unos aljibes, los cuales vaciáronse por haber resultado el agua contaminada.
Hechas las oportunas gestiones cerca del Ministerio de Fomento, por conducto del de la Gobernación, para que la Junta de Obras del Puerto, utilizando los elementos de que dispone atendiese a aquella necesidad, la Dirección General de Obras Públicas, por telegrama de ayer ha autorizado al Ingeniero señor Sánchez Guerra, quien lo ha comunicado seguidamente a la Alcaldía, para que habilitando los barcos aljibes de la citada Junta provea una o dos veces al mes al abastecimiento expresado llenando los pozos de Tabarca.
Se trata de un problema de importancia que ha quedado felizmente solucionado y el señor alcalde lo hace público agradeciendo el interés y concurso que hubo de prestársele para conseguirlo.
Y el 20 hacía lo propio La Independencia, en su primera página: «Alicante.— Ministro Fomento ha autorizado Junta Obra del Puerto para que buques tanques dicha junta puedan llevar agua a Isla Tabarca cuando se carezca de ella». El tema se fue normalizando, sin embargo, en 1930 el censo había caído a 527, y decreciendo.

Aguadoras de Tabarca. Años 50 (Archivo Mari Carmen Luchoro Pianelo)

Tras breves reseñas en El Luchador y El Día, en la edición del 23 de abril de 1931 del primero de estos medios, con reflejo en Diario de Alicante, salta a primera página la «moción del señor Alberola sobre abastecimiento de aguas de Santa Faz y suministro de aguas potables a Tabarca»:
El señor Alberola desarrolla su moción sobre el suministro de aguas a los vecinos del caserío de Santa Faz y de la isla de Tabarca.
El señor Ribelles dice que ya la Alcaldía se había adelantado a los deseos del señor Alberola, encargándole a él gestiones cerca del ingeniero director de las Obras del Puerto, la cesión del barco-tanque Próspero Lafarga. para llevar agua a Tabarca. Que de momento, no hubo posibilidad de que el señor Sánchez Guerra facilitase dicho barco; pero que se gestionará de la base naval de Cartagena, el auxilio de uno de los barcos-tanques de la Armada.
Dijo el alcalde, que a Santa Faz ya había enviado agua en un camión-tanque y que en tanto se obtiene el modo de facilitar el preciado líquido a los vecinos de Tabarca, estos pueden venir a Alicante y llevarse bocoyes de agua, estando dispuesto a darles la Alcaldía toda clase de facilidades, para que no carezcan de agua.
El señor González Ramos, interviene en nombre de la minoria socialista y hace resaltar el hecho de que un concejal monárquico sea el que ahora apremie al Ayuntamiento republicano, recién constituido, para que facilite agua a los vecinos del distrito suyo. Es asunto este que interesa a todo el pueblo y ha de hacerse extensivo a todas las barriadas.
Nuestro compañero señor Pérez Torreblanca, estima que son dos cuestiones distintas las planteadas. Una inmediata: el provisionar de agua a los vecinos de Santa Faz y Tabarca. Y la otra, el abastecimiento de aguas potables a Alicante. Asunto este, tratado con insistencia desde las columnas de El Luchador y no atendido por los Ayuntamientos de la monarquía.
Al parecer, el asunto trajo cola, y las ediciones de El Luchador del 18 de julio, y Diario de Alicante del 19, tras retomar la angustiosa demanda de los tabarquinos, en pleno verano, daban noticia de que la petición sería atendida, al menos esta vez, con celeridad.

El Luchador, 18 de julio de 1931, p. 3 (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Los años treinta fueron pródigos en noticias sobre los problemas y calamidades que pasaban los isleños, tanto desde el punto de vista de la carencia de agua, como desde la sanidad. Así, en mayo de 1932, en el documento Solicitud de sustitución del practicante de la Isla de Tabarca, Sr. Andújar, por enfermedad, informa el pedáneo Batiste Mulet de una grave enfermedad del practicante, que se encontraba postrado en cama, solicitando un sustituto que, es de suponer, se le concedería.

El Día del 31 de enero de 1935, en su página 2, noticiaba que «uno de los informadores comunicó al señor Vázquez Limón que los vecinos de la Isla de Tabarca pasan por una situación angustiosa, prometiendo nuestra primera autoridad ocuparse del caso en la atención que merece». Hasta los monumentos de Fogueres de Sant Joan 1935 hacían eco del problema, como podemos comprobar, como ejemplo, en la explicación de la foguera del distrito Méndez Núñez, cuyo lema ya lo dice todo, La isla olvidada: «...se ve el cuadro triste del hombre que tiene a la mujer enferma y no tiene médico que ponga remedio a su dolencia, ya que allí no hay más que un practicante que hace de tal, de farmacéutico y de médico».

Como es obvio, la contienda nacional no hizo sino agravar todavía más el problema, por las dificultades que encontraban los barcos-aljibe y la carencia de estos. Como muestra de ello, encontramos esta referencia en la página 4 de El Luchador del día 21 de diciembre de 1937:
Conocida es la triste situación de la isla de Tabarca que carece en absoluto de manantiales de agua potable. En los años de sequía esta situación se hace verdaderamente angustiosa. El arsenal de Cartagena venía proveyendo con sus barcos-aljibes de agua potable a Tabarca; pero este año a causa de las infinitivas atenciones de guerra que pesan sobre el Arsenal no podía suministrar agua con regularidad a los vecinos de esta isla.
El Alcalde y Ayuntamiento de Alicante siempre deseosos de servir a los sufridos pescadores de Tabarca han hecho las gestiones precisas para lograrlo. El Alcalde compañero Martí se puso al habla con el Delegado Marítimo señor Jurado y con el Ingeniero director de Obras del Puerto señor Sena, los cuales han dado toda clase de facilidades poniéndose inmediatamente al servicio de la causa antifascista. Asimismo es digna de elogio la atuación del Comandante y personal del guardacosta Indiana y de los obreros de la Junta de obras del Puerto que sin mirar en horas han prestado este difícil cometido.
Tabarca ha sido provista de agua potable. El Alcalde compañero Martí se ha personado en la isla, ha visitado las escuelas, se ha enterado de las necesidades que apremian a este modesto grupo de población considerado como un barrio de Alicante. Según tenemos entendido, algún problema como el de las escuelas se resolverá pronto, pues en la Alcaldía de Alicante hay el deseo de que aquellos isleños sean atendidos en todo lo posible. Cuando la guerra termine será hora de resolver ampliamente sobre todas las necesidades de la isla de Tabarca.
Finalizada la guerra, efectivamente, se trató rápidamente de poner fin al problema del agua para Tabarca. Un documento fechado en 1939, titulado Suministro de agua a los aljibes de Tabarca, recoge la propuesta del alcalde a Obras del Puerto de que un barco-aljibe provea a la isla del agua necesaria. Obras del Puerto, para ello, solicita dicho buque al Departamento Marítimo de Cartagena, que envía 885 toneladas de agua, suficiente para un año de consumo.

Pero las penalidades se recrudecían en plena posguerra, el censo volvía a resentirse, descendiendo en 1940 hasta los 398 habitantes. La historia continuaba en la misma línea. En 1943, según recoge el documento Suministro de agua potable a la Isla de Tabarca por medio de aljibes de la Marina de Guerra, era ya el pedáneo Tomás Pérez Ruso el que alzaba la solicitud directamente a la Marina de Guerra. Y en 1950 el censo seguía retrocediendo poco a poco, contabilizándose ese año 379 habitantes.

Aljibe público de la esquina suroeste de la Plaça Gran de Nueva Tabarca. Años 50 (AMA)

De nuevo Pérez Ruso, en 1956, insta con extrema urgencia al Ayuntamiento en Reparaciones de aljibes públicos en la Isla de Tabarca, llevándose a cabo algunas actuaciones al respecto.

El Centro Rural de Higiene

1959 marca un antes y un después en la sanidad tabarquina. El expediente Proyecto de construcción de un Centro Rural de Higiene en la Isla de Tabarca, contiene documentación que arranca de 1951, con anteproyecto y proyecto de construcción, más unos planos no validados. Mientras que Construcción de un Centro de Higiene en la Isla de Tabarca, recoge la aprobación de una subvención de 100.000 pesetas por parte del Ministerio de Gobernación. El arquitecto municipal, Miguel López González, estimaba que se podía aprovechar una casa vacía y que, incluyendo la vivienda del médico, harían falta 287.000 pesetas. Valoró que las obras durarían cuatro meses, y el coste final sería de 288.008,52 pesetas.

Mientras tento, en 1960, Recogida de aguas pluviales para el aljibe de la Isla de Tabarca contiene el presupuesto del mencionado arquitecto municipal, para crear entradas de agua en condiciones de obra a los aljibes, dada la insalubridad que suponía y generaba su paso por pedregales y terreno terroso sin control alguno. Y el censo seguía en descenso, situándose en 312 tabarquinos.

Sacadas a concurso las obras del Centro Rural de Higiene, lo gana el contratista Máximo Caturla Camino, con un presupuesto de 272.400 pesetas. Se conservan los planos originales en el Archivo Municipal de Alicante, algunos de cuyos datos finales fueron: 157,61 metros cuadrados útiles, más 24,77 metros cuadrados de pérgola. Hubo una recepción provisional, con una garantía de un año, con escritura de fecha 31 de enero de 1961, y la recepción definitiva de las obras fue el 14 de febrero de 1962.

Planos del proyecto para Centro Rural de Higiene en Tabarca, con vivienda de médico (AMA)

No eran buenos tiempos como para que los escasos viajeros que visitaban la isla se llevaran una buena impresión. La popular revista Blanco y Negro, en su número del 18 de mayo de 1963, le dedicaba la portada y un interesante y revelador reportaje a Nueva Tabarca a base, tanto de entrevistas a sus habitantes, como de la percepción de los visitantes, en el que no se podían evitar líneas como estas:
—¿Aquí hay médico?— pregunto.
—No.
[...] También hacen falta lavaderos, porque no sé si ha visto cómo las mujeres lavan metidas entre las rocas, en el mar. Aquí tiene que llegar el agua que beben los demás mortales, como sea. Hay años en que los aljibes no se llenan. No podemos estar siempre pendientes de la Comandancia de Marina, aunque se porten bien.

Portada de la revista Banco y Negro del 18 de mayo de 1963 (Archivo Armando Parodi)

Pero la sanidad tabarquina comenzaba a dar pasos significativos, como es el caso comunicado por la agencia Cifra, recogido, por ejemplo, en la página 21 de la Hoja Oficial del Lunes del 23 de diciembre: «Alicante, 22.— Al finalizar la campaña de vacunación antipolio en toda la provincia alicantina se han administrado por vía oral la vacuna Sabin a 111.788 niños. Incluso esta vacuna ha sido llevada a la isla de Tabarca, situada a unas 15 millas de la costa de Alicante, utilizando para ello una barca de pescadores».

Pero, año tras año, se prodigaban las referencias a la isla y sus carencias, unas veces como mera crónica periodística, otras, cada vez más frecuentes, en forma de reportajes más o menos extensos, generalmente narrados en primera persona:
  • Diario La Verdad, suplemento especial del 5 de enero de 1964: «Me dice el alcalde [...] los problemas actuales principales, son: deficiencias en los servicios higiénicos por falta de agua, y sobre todo, carencia de luz. [...] El sol iba ya alto cuando sacamos el agua del aljibe para lavarnos. El agua de Tabarca es fina agua de lluvias que los isleños recogen cuidadosamente en aljibes llenos de años y de ecos».
  • El Noticiero, 25 de junio de 1966, página 4: «Alicante, 24.— Ante la falta de agua en la isla de Tabarca, se ha recurrido a la Armada española que con un buque aljibe está llevando el líquido elemento a aquellos insulares.— Cifra».
  • Diario Información, 4 de abril de 1968, dentro de una serie de seis reportajes consecutivos, página 15: «Por el arco de Poniente una buena mujer dejó atrás las murallas. La vimos ir hacia las rocas, arrodillarse y ponerse a lavar ropas en el agua del mar...
    —¡Ah, el agua...! ¡Este es otro problema de Tabarca! O la manda el cielo o la trae un barco de la Marina de Guerra. De Cartagena llega cuando hay sequía prolongada. Y eso sí, paga el Ayuntamiento de Alicante».
    [Rectifica en el ejemplar del 9 de abril: «Una aclaración. Cuando hay sequía en Tabarca el agua es suministrada por un barco-tanque de la Marina de Guerra con base en Cartagena. Dijimos que paga el Ayuntamiento de Alicante y no es así, pues tanto el transporte como el agua siempre, cuando proviene de Cartagena, es un servicio de la Marina totalmente gratuito. Quiere decirse que es una misión no remunerada. También agradecemos al comandante militar de Marina de Alicante esta aclaración que, sin duda, servirá para evitar erróneas interpretaciones en un tema que cual este de Tabarca está despertando un inesperado interés»].
    «En la isla hay un gran depósito y hasta algunas fuentes. Aljibes en las casas y hasta en la propia calle. Aquí sí cabe aquello de "una gota vale por mil". Pero como en Gibraltar y a menor escala también en Tabarca se ha pretendido disponer rampas y explanadas receptoras del preciado líquido que de vez en cuando lanzan las nubes.
    —¡Esta es la obra —nos dicen— se empezó y no se terminó por falta de dinero!
    Hubo asomos de una planta potabilizadora de aguas del mar, creo que solar. Pero no llegó a cuajar pese a la visita técnica y estudios. Debe ser caro el procedimiento. Y Tabarca...».
  • Diario Información, 6 de abril, página 15: «Apuntan los isleños que se les ha prometido mucho y cumplido poco. Ahí el alcantarillado. Hace dos años que se tomaron medidas y aún nada. De ahí también el que la isla sea como un barco donde se arrojan por la borda toda clase de basuras. Claro que este "barco" no navega, está parado. Y esto es lo peor».
  • Diario Información, 9 de abril, página 15: «Los vecinos de Tabarca tienen médico asignado pero no lo ven. Solo se desplaza en caso de emergencia y estas son raras. La emisora de la Guardia Civil servirá para transmitir el aviso. Dicen que para evacuar a un enfermo de gravedad hay un helicóptero designado.—¡Aquí no hay enfermedades, solo una gripe de vez en cuando!
    Tabarca tiene clínica y casa del facultativo. Construyó el Ayuntamiento de Alicante. Está bien surtida por el Instituto Social de la Marina. Como todos los isleños son pescadores no hay uno que no tenga seguro de enfermedad.
    Don Juan Martínez, el practicante, es el responsable de la salud pública en la isla. Se apunta que es de urgente necesidad un depósito de farmacia y que ello podría facilitarlo cualquier farmacéutico. También una mesa de curas que no hay.
    —¡Ni siquiera tenemos en la isla un balón de oxígeno!
    No nos extraña que el médico no visite la isla salvo en casos extremos. Nos ha sorprendido la confianza que el pueblo tiene con el practicante y seguro que la merece. Se las sabe todas...
    [...] Llegó hace tres años y no tiene ninguna prisa en marcharse. Dice que Tabarca es su "pequeño paraíso". Una hija se le cayó a un pozo. Todo el pueblo se prestó a rescatarla y la flotilla de barcos se brindó a llevarla "a tierra". Quiere a los isleños y estos a él.
    —¡Tabarca es una isla sana porque la atmósfera no está cargada y el aire es limpio!
    Entre sus casos y como anécdota el de dos niñas que se encontraron en una playa un tubo de pildoras anti-baby. Se lo tragaron íntegro y hubo síntomas de envenenamiento. ¡Hasta en Tabarca, amigos...!
    —¡Diga usted que hacen falta medicamentos y en el verano aún más!
    Pero don Juan, con su pequeño sueldo, unas cuatro mil pesetas mensuales, no obtiene lo necesario. Toda la población es del Seguro. No hay otros ingresos por la profesión. De ahí que en sus ratos libres —que son muchos— se dedique a trabajos artesanos; construye barcos en miniatura y de decoración.
    —¡Menudas chapuzas salían de mis manos al principio!
    Esta actividad la inició hace dos años. Hoy, sin planos, nos muestra obras de auténtico valor. Sus barcos han salido hacia el extranjero, hacia Madrid y muchas partes de España. Los vende aprovechando la visita a la isla de los forasteros.
    —¿Qué pide usted por este hermoso bergantín?
    Cinco mil pesetas. Lo ha construido en dos meses y en materiales se ha gastado mil novecientas pesetas. El trabajo no cuenta. Lo importante es que los dota de motor eléctrico, luces y los más mínimos detalles. Ahora tiene acometida la empresa de un submarino que pretende hacer navegar. Pero su mayor obsesión es esta:
    —¡Repita lo del depósito de farmacia, que es muy necesario en la isla!»
Del cable submarino a la planta potabilizadora... y vuelta

Comienzan a barajarse alternativas a los barcos-aljibe, para acabar de una vez por todas con la carestía de agua en Tabarca. Se comenzaba a vislumbrar un futuro de marcado componente turístico, y el problema se convertía en imperativo. La primera noticia nos la da el Diario La Verdad del 2 de mayo de 1969: «Tabarca va a tener agua —y quizá luz y gas también— dentro de pocos meses, a juzgar por el proyecto municipal de trasladar los fluidos por cables submarinos desde tierra, concretamente, desde Santa Pola». 1970 arrojaba un nuevo descenso del censo hasta los 237 habitantes.

En 1973 la situación se convertía en insostenible, tras la denuncia efectuada por el alcalde pedáneo Vicente García Ruso al alcalde de Alicante. Textos extraídos de la Hoja Democrática de Información n.º 2, correspondiente al mes de junio:
[...] 3.- Los merenderos de la isla, venían abonando un canon por uso de agua a razón de 60 ctms. cada 15 litros, dinero empleado para reparar las averías de las bombas de agua, instalaciones y cuidado de las mismas, pues bien el Sr. Tur [concejal delegado para la isla de Tabarca, Juan Carlos Tur Ayela] ordenó a dichos merenderos no pagasen ningún recibo, cerrando el grifo del agua mediante un candado cuya llave la tiene un vecino de la isla, y por ello depende del mismo el citado grifo.
4.- El Sr. Tur instaló un camping al lado de los aljibes de agua, en contra del parecer del exponente y de la Guardia Civil, ya que podía contaminarse el agua que se designa para beber.
[...] 7.- El concejal Sr. Tur ha llevado a la isla un fotógrafo profesional que se dedica a fotografiar sus paisajes, camping, y todos sus lugares, vendiendo fotos a los visitantes de la isla, y con ello le producen buenos beneficios y por orden del Sr. concejal vive instalado en un barracón de la isla, consumiendo agua y luz que pagan los vecinos de Tabarca.
Esta denuncia, debatida en un Pleno Municipal a puerta cerrada, para no lesionar la reputación de Tur, daba como única solución el cese de su cargo del alcalde de barrio de la isla de Tabarca, pese a que el jefe de la Policía Municipal, en el informe que le fue pedido, corroboraría la mayor parte, si no toda la acusación. Al parecer, este incidente sería el detonante de una campaña mediática llena de contradicciones, que empezaba a contemplar una planificación más o menos ordenada de la isla, aunque a cuentagotas:
  • El Diario Información del 15 de septiembre empieza a hablar de una planta potabilizadora con energía solar, titulando «Agua potable para Tabarca: va a instalarse una planta potabilizadora».
  • Justo un año después, en 1974 se insiste sobre el tema de la potabilizadora. Diario La Verdad del 15 de noviembre: «Hay un proyecto en forma sobre la planta potabilizadora».
  • En 1975 el censo caería hasta los 163 habitantes. El Diario Información del 17 de enero, página 7, manifestaba: «... el plan integra la remodelación y adecuación del poblado antiguo, con la dotación definitiva de los servicios primarios, llevando agua y luz a través de una canalización submarina desde Santa Pola, ejecutando la inexistente red de alcantarillado, pavimentando sus calles y, en suma, haciendo de la actual población un lugar más confortable y habitable».
  • En la misma fecha, el Diario La Verdad dedicaba toda la página 3 a la isla, con titulares tales como «Meta: que se declare Tabarca zona de interés turístico», dando noticia de: «Allí mismo pronunció unas palabras don Baltasar López Ruso, alcalde pedáneo de Tabarca, con las que manifestó el saludo de todos los tabarquinos a autoridades y visitantes, su gratitud por el teléfono que ahora se inauguraba y el deseo de que, en una próxima visita, pudiera ofrecer saludos y bienvenidas, pero también ramos de flores cultivadas allí mismo, cuando cuenten con un abastecimiento de agua que lo haga posible. Terminó haciendo votos por un progreso integral de Tabarca, sin perder la calma que es la característica fundamental de la isla. [...] Existe la idea de acometer en su día obras de alcantarillado y saneamiento, así como el abastecimiento de agua desde Santa Pola, como base para cualquier tipo de ordenación y desarrollo. Al margen de los proyectos, están esas continuas pequeñas realizaciones, como la revisión del alumbrado, la reparación de la casa del practicante... etc.».
  • Diario Información de 9 de febrero: «Planta solar potabilizadora de agua para Tabarca».
  • Diario Información de 24 de agosto: «Tabarca y su planta potabilizadora».
  • Mediterráneo de 10 de octubre, trascendía de la provincia de Alicante, pero bastante desfasado en la información: «La limosna del agua. El agua se recoge como debieron recoger el maná los israelitas que siguieron a Moisés en el desierto del Sinaí, en cántaros alfareros que las mujeres transportan sobre sus caderas, una y otra vez en interminable y repetido itinerario. Un buque de la Marina de Guerra de Cartagena, se desplaza hasta Tabarca cuando los aljibes con agua de lluvia están próximos a agotarse o agotados del todo. Desde la playa bombean el agua hasta los enmohecidos depósitos generales del pueblo como una limosna de la generosa Administración que la envía. Pero el derecho al agua han de pagarlo también los tabarqueños como un impuesto más a la maltratada economía del islote».
  • Diario Información de 13 de diciembre: «Tabarca tendrá una planta potabilizadora de agua de mar».
  • La noticia adquiría trascendecia nacional en el Diario ABC de 26 de febrero de 1976: «Tabarca dispondrá en breve de agua marina desalinizada».
  • Diario La Verdad, 6 de agosto: «Planta potabilizadora para Tabarca».
  • Diario Información, 8 de septiembre: «No se acaba la planta potabilizadora de Tabarca».
  • Diario La Verdad de 23 de diciembre: «El año próximo el sol abastecerá de agua a Tabarca». Diario Información, misma fecha: «En febrero agua para Tabarca». Se planteaba una fecha más o menos concreta por primera vez.
  • Pero Mediterráneo de 12 de abril de 1977, página 10, seguía calificando el proyecto como pendiente: «Otros proyectos actualmente en marcha en España son [...] el de construcción de un destilador solar para abastecer de agua potable a la Isla de Tabarca (Alicante)».
Por fin, en el ejemplar del día 3 de noviembre del Diario Información, llegaba la noticia: «Se ha obtenido agua destilada en la potabilizadora de Tabarca». Aunque por poco tiempo, ya que fue desechada poco después.

Diario Información, 3 de noviembre de 1977, p. 4 (AMA)

Pero el panorama en general, especialmente a los ojos de los viajeros, seguía siendo poco atractivo unos años después. Una ilustrativa muestra de ello la tenemos en las páginas del Diario Información del 7 de noviembre de 1981: «—Se marcharon los padres y se llevaron a los críos, casi todos a Santa Pola, y lo que ocurre es que así se está perdiendo la vocación marinera, ya no "salen" pescadores, los chicos quieren otros oficios, ¿usted sabe lo que es vivir aquí, con el agua potable racionada, con la luz racionada, esperando siempre que el mar no impida que lleguen los suministros. [...] Un violento descenso en los últimos datos de empadronamiento, los de 1979, en que los censados son solo 159. La caída es impresionante y justificativa».

El agua potable no llegó a la isla hasta el 16 de julio de 1984, cuando se inauguró la conducción submarina, de 5 km de longitud, para el suministro de agua potable a la isla de Tabarca, siendo así la única isla del litoral español que se abastece con este procedimiento. Canfali Vega Baja, en su segunda página del ejemplar del 29 de agosto, hablaba del último barco-aljibe: «Un buque militar aljibe fondea cerca de la isla, es su despedida a los habitantes de Tabarca, a quienes le ha estado suministrando agua durante años. El pueblo y ayuntamiento homenajearon al capitán del buque aljibe en señal de agradecimiento por tantos y tantos viajes».

Como era de suponer, el evento fue motivo más que justificado para celebrar a lo grande una auténtica fiesta en la isla, a partir de las 13:30 horas, cuando, tras el homenaje a la tripulación del buque-aljibe del ejército, se disparó una mascletà, comenzó la música de la célebre banda de Los Gavilanes, y se abrió la llave de paso. Obvio es decir que ni políticos, ni marinos, ni músicos, ni vecinos, ni visitantes, se libraron del remojón. Así lo podemos ver descrito en las páginasd del Diario Información del 17 de julio:

Diario Información, 17 de julio de 1984, p. 7 (Biblioteca Municipal de Santa Pola)

Tiempos modernos

En octubre de 2012, se cambia el sistema tradicional de limpieza periódica de la tubería submarina que abastece de agua a Nueva Tabarca, en el que se utilizaba un material similar a la goma espuma para realizar las limpiezas, a un sistema pionero e innovador de microcristales de hielo a presión, que mejora la calidad del lavado y pule la suciedad de las tuberías, siendo menos agresivo y más eficaz, ya que el hielo líquido se adapta a cualquier derivación de la tubería o desnivel.

Foto: Diario Información

La actual Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Nueva Tabarca está explotada por Emarasa con asistencia técnica de Proaguas. La línea de agua pasa un pretratamiento de tamizado, con posterior tratamiento de aireación prolongada, antes de verter las aguas así tratadas al mar. Los datos de funcionamiento en 2013 arrojan un caudal de 75 metros cúbicos/día, capaz para una población de hasta 1.134 habitantes.

Foto y diagrama: Entidad de Saneamiento de Aguas

Y, según Las Provincias del día 6 de noviembre de 2013, dentro de las próximas actuaciones a llevar a cabo en la isla, en la línea de la protección del medio ambiente, se ha previsto conectar la depuradora con la península a través del emisario submarino Tabarca-Santa Pola, para evitar vertidos en aguas de la Reserva Marina.

En lo relacionado con la sanidad tabarquina, actualmente, para alrededor de 60 habitantes censados, está en funcionamiento el remodelado Consultorio Auxiliar de Tabarca, un pequeño dispensario médico dependiente del Centro de Salud de Santa Pola. Está situado en la calle del Pou del Pal, en el antiguo Cuerpo de Guardia, que más tarde sería Casa-Museo de la marquesa Soledad Álvarez de Estrada, que fuera delegada de Bellas Artes, en instalaciones bien acondicionadas desde su rehabilitación en mayo de 2004.


Durante el invierno no hay médico, la asistencia sanitaria está cubierta las 24 horas por un enfermero, para quien el Ayuntamiento pone a su disposición una casa en la isla. El incremento estacional de sus habitantes durante los meses de julio y agosto, conlleva el desplazamiento de un médico, que atiende a los vecinos de lunes a viernes en horario de mañana, y el refuerzo de un enfermero más desde la primavera. No hay más farmacia que el botiquín del propio dispensario médico.

La isla cuenta, además, con un dispositivo de emergencia coordinado por el sistema integrado de atención a las emergencias a través del teléfono 112, que envía un helicóptero cuando es necesario trasladar el enfermo al hospital. Hace de helipuerto improvisado el antiguo campo de juego situado detrás de la Casa del Gobernador. Desde noviembre de 2008, cuenta con un sistema de telemedicina para diagnosticar y tratar emergencias cardiacas, con movilidad para emitir desde cualquier punto de la isla, conectado con la Unidad de Telecardiología del Hospital General Universitario de Alicante, dentro del servicio de Cardiología, a donde se transfiere, en tiempo real y vía telefónica, el electrocardiograma con la información cardiaca del paciente. Comenzó de forma pionera en la Comunitat, y está evitando traslados urgentes a servicios hospitalarios, lo que conllevaba movilizar dicho helicóptero, en situaciones que, después, se ha comprobado que no eran patologías graves.

Por último, y en relación al saneamiento de la isla, el servicio de recogida de basura lo presta un barco desde Santa Pola, y se lleva cada tarde, en verano, unos 40 contenedores llenos de residuos, mientras que en invierno no hace falta ni que vaya el barco todos los días. La isla Plana pasa de generar una media de 8.000 kilos de residuos al día en invierno, a una media de 31.500 kilogramos en un día de verano. Además, el servicio especial de verano incluye duplicar los turnos de barrido de la isla, se aumenta el número de contenedores a unos 70, que se vacían diariamente, y se incluye la limpieza y cribado de la arena de la playa.

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